BREVIARIOS DE LO COTIDIANO

julio 31, 2024

 

Texto: AarĆ³n Benito NicolĆ”s
Ilustraciones:Miguel Ɓngel HernĆ”ndez HernĆ”ndez.  

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CAMINITO A LA OFICINA

Salgo de casa a las 6:20 de la maƱana. Mi trastorno obsesivo compulsivo autodiagnosticado no me permite hacerlo de prisa pues regreso a verificar que la perilla de la estufa estĆ© completamente cerrada. Ayudo a mi hija Valeria a distinguir que la seguridad en un auto es tan importante como el desayuno por la maƱana. La siento en una silla poco segura que comprĆ© en el supermercado y le garantizo toda una vida de amor y tranquilidad. Al menos mientras ella se baja. Doy un par de golpecitos en la parte trasera del coche. Mi TOC nuevamente me presiona a hacerlo ya que de no darlos tengo que bajarme del auto y eso me demora. Me siento y enciendo el auto. Me doy cuenta que en la calle no habita nadie. Nadie camina y nadie caminarĆ” por lo menos los prĆ³ximos tres minutos que me tardo en dar vuelta e irme por mi camino. Verifico que los espejos retrovisores dibujen el Ć”rbol que sembrĆ© con mi hija. Un Ć”rbol que debo regar con agua continuamente o mi recuerdo de existencia se borrarĆ” y una foto que guardo en el celular no me define como un buen ambientalista.


Llego al crucero de mi unidad habitacional y volteo ligeramente al asiento de atrĆ”s. Observo a mi hijo mayor TomĆ”s, le digo que siga las indicaciones de sus maestros para tener un buen dĆ­a y evite problemas que lo hagan visitar la prefectura de la escuela. Afino la mirada en el nuevamente para continuar por la calle principal y manejo sorteando los baches que la lluvia, los camiones pesados y la ineptitud de mi gobierno municipal han generado a travĆ©s del tiempo. Llego al lugar que le dicen “La loma”. Noto que llevo suficiente tiempo a favor y opto por sintonizar las noticias del dĆ­a y saber quĆ© sucede en algunos Ć”mbitos de la vida cotidiana, que no me interesan, pero llena el vacĆ­o del silencio que pega duro en mi cabeza. Pienso lo aburrido que es manejar por esa misma ruta. Mismo camino. Mismos baches. Pero reconozco que por ese mismo camino y baches llevo la responsabilidad de cuidar a mi familia. Tomo con las dos manos el volante. Respiro profundamente y continĆŗo el viaje.

                                                            

Arribo a la conflictiva avenida para decidir quĆ© ruta tomar. Elijo conducir debajo del puente para dar vuelta en U. Me integro al nuevo trayecto aĆŗn sabiendo que no siempre es la decisiĆ³n correcta. Platico con mi esposa sobre las actividades del dĆ­a. Me comenta que tendrĆ” un dĆ­a ajetreado y le digo que su preocupaciĆ³n disminuirĆ” en la medida que avance su complicado, duro y obligatorio dĆ­a de trabajo. Volteo detrĆ”s de los asientos y me doy cuenta que Valeria y TomĆ”s vienen bien. A TomĆ”s le digo que trate de ir despierto. Ese cabello casi rizado por el tratamiento de la almohada le harĆ” notar que tiene una diferencia con el peine y el gel. Se acomoda y sigue descansando. Llego a la entrada de la secundaria. Noto que TomĆ”s se durmiĆ³ y lo despierto con un breve mensaje de presiĆ³n para que se apure. Escucho un claxon presionando para darme prisa. Pero importa mĆ”s que TomĆ”s baje con cuidado y cruce hacia la puerta de la Escuela. El claxon pasa a segundo tĆ©rmino. Me mientan la madre, pero no respondo porque mi dĆ­a pinta muy bien. Le recuerdo a TomĆ”s que siga las indicaciones y su dĆ­a serĆ” venidero. O al menos con eso intento alentarlo. Valeria pregunta si ya toca llevarla a su escuela. Escucho a su mamĆ” decirle que seguiremos la ruta y que papĆ” la llevarĆ” hasta la entrada. Antes de seguir manejando, volteo a ver a Valeria y sonrĆ­o afirmando con la cabeza. Doy vuelta a la izquierda y emprendo el manejo. Al llegar a la puerta de su escuela noto que Valeria esta dispuesta a bajarse del auto. La invito a que se siente en mis piernas por un momento y le doy un fuerte abrazo. Un abrazo que significa que llegamos bien a nuestro destino, que la silla cuidĆ³ de ella y que los sentidos corporales nos trajeron con bien hasta este inicial camino.


Bajo del auto y acomodo su batita rosa la cuĆ”l combina muy bien con sus tenis del mismo color. Mi esposa menciona que continuarĆ” el viaje y la despido con un gran beso de telenovela. Le doy recomendaciones para que su dĆ­a sea lo menos caĆ³tico posible. Se despide de Valeria y emprende su nuevo destino. Valeria sonrĆ­e y me pide que juntos lleguemos a la entrada de su escuela. Intento guardar el bote de agua en la bolsa lateral de su mochila. Recibo una certera indicaciĆ³n de ella exigiĆ©ndome hacerlo sola. Una niƱa de cuatro aƱos me da la lecciĆ³n de que la vida se construye en momentos que le llamamos crecimiento. SonrĆ­o y me hinco frente a ella para que nuestras miradas estĆ©n al mismo nivel. Le agradezco por la ayuda recibida y beso su frente. Ella besa la mĆ­a. Concluyo un ritual que he establecido como afecto de hija a padre o de padre a hija. Ese ritual lo quiero repetir constantemente. Por dentro quiero llorar porque dejo a mi princesa en manos de extraƱos que conozco hace poco. No sucede y mejor la tomo de la mano izquierda y camino al filtro sanitario para presentarla a la doctora. Le doy un caluroso gran abrazo y le menciono que su dĆ­a serĆ” genial. Aconsejo disfrutar su estancia y le insisto en divertirse mucho. Me alejo lentamente de la entrada y pronto aprieto el paso para asomarme por la reja que da a las escaleras del edificio uno de la escuela. Cuelo la mirada y alcanzo a verla subir las escaleras. Volteo y me envĆ­a un beso. Lo guardo como alimento del dĆ­a y camino hacia la salida de la escuela. Volteo nuevamente, respiro profundo y continĆŗo el viaje.


Camino rumbo al trabajo. Mis mejores siete horas del dĆ­a. Cada hora depende del provecho que deseo obtener. Por lo tanto. Mi dĆ­a inicia caminando hacia ella y al llegar toco el portĆ³n cafĆ©. ¿Me abrirĆ” Don Lupe o DoƱa Cris? Eso depende del turno asignado a los oficiales de policĆ­a que resguardan un edifico viejo, con un color similar a la tristeza a la cual llamamos oficina. Doy los buenos dĆ­as. Encuentro la libreta de asistencia. Firmo y observo quienes ya llegaron. Comienzo a planear mi dĆ­a. Mientras avanzo saludo a todos con un gran abrazo y les comento mi deseo a cada uno de ellos en tener una maƱana provechosa, llena de trabajo, enojo y chismes, pero provechosa.


Me siento en mi mesa asignada. Saco la laptop comprada en la Ćŗltima oferta de la tienda departamental. La abro e inicio el dĆ­a escribiendo. Caminito al trabajo. Salgo de la casa 6:20 de la maƱana. Ahora, pienso quĆ© me depararĆ” mi tarde rumbo a casa. Me detengo y practico un soliloquio, pero silencioso. Una reflexiĆ³n, pero en voz alta. Una planeaciĆ³n, pero ausente de, quĆ© es lo que quiero. Me doy una respuesta que resuelve lo inmediato de mi vida, bajo la mirada y guardo silencio.


AARƓN BENITO NICOLƁS

Licenciado en EducaciĆ³n Primaria, por el CRENO

Maestro en EducaciĆ³n en el Ɓrea de Docencia en InvestigaciĆ³n por la Universidad Santander.

Diplomado internacional en promociĆ³n de la literatura infantil y juvenil por la Universidad La Salle

Diplomado en Estrategias de MediaciĆ³n Lectora por la SecretarĆ­a de educaciĆ³n PĆŗblica de Oaxaca

Imparte talleres sobre promociĆ³n, mediaciĆ³n y animaciĆ³n a la lectura desde un enfoque crĆ­tico.

Talleres de fomento a la lectura desde el espacio lĆŗdico y estĆ©tico.

Lector voluntario del programa Seguimos Leyendo de la FundaciĆ³n Alfredo Harp HelĆŗ.

Cotitular de Alfaletritas Sala de lectura, del programa de CĆ­rculos de Lectura del Fondo de Cultura EconĆ³mica.


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