Rubén Gerardo Santos Lezcano

marzo 28, 2023


 


Rubén Gerardo Santos Lezcano (La Habana, Cuba, en 1964) desde muy joven cultivó la escritura, en los últimos tres años ha dado a conocer su obra a través de diversas revistas y antologías como  (Crepusculares, Editorial Oxymorón, Como hermanos, Ediciones Afrodita, Desamor, Consejo Editorial Cordobés,  Trinando).
Ha publicado los libros de poesía Otoño y cenizas de poemas  y Tras tu
huella mi verso,  bajo e sello Editorial Avant. 

Tiene inédito el libros  Corazón de mi ciudad .

 

Grafiti


Sobre un muro,
en alguna calle de mi ciudad,
una mano atrevida,
escribe un te amo,
propone un pacto con dos nombres.

 

Ahí, en el canto húmedo,
sin anuencias ni sensores,
con el visto bueno del sol,
este grafiti,
con la tinta de la esperanza,
en alguna calle de mi ciudad,
sobre un muro sin color,
tal vez sin proponérselo,
se vuelve poema,
proclama de vida,
lección de candor,
soplo de aire fresco,
urgente mensaje,
fina entrega.

 

En alguna calle de mi ciudad,
sobre un muro...


 

Quiero saber


 

¿Qué voy a descubrir?
Al ser, tú, hoja verde,
paso ligero,
manantial de rocío,
almizcle,
ábrego que juega con mis pudores,
áncora penetrando mi calma,
razia para apresar mis deseos,
boca que grita...
No podré tajar tu sombra,
contar los segundos sobre tu piel desnuda,
ramulla ser ardiendo sobre tu espalda,
rasgar tu candor,
desmenuzar tu apatía.
No podría ser azote, solo amago,
fútil caricia,
vuelo silencioso sobre tu boca.
¿Qué voy a descubrir?
Apenas el devaneo del tiempo inclemente,
lo parco de mi heredad,
humo, solo humo..., sobre tu súplica.


 

Verso indiscreto


 

No fue tu propósito.
Dormida, por el cansancio del día,
sin recelo alguno,
indefensa,
impúdicamente cándida,
mostrabas la desnudez brutal de la carne joven,
floresta del muslo a la pierna.

 

Ofrenda sosegada de la entrega.
En contubernio con la tela,
posabas virginal,
soberbia,
sin reparar en ojos curiosos,
casuales,
ansiosos.

 

Te ofrecías, sin saberlo,
para que mi verso,
vegetando en el limbo del otoño,
descubriera este fervor,
un aletear de ganas,
y detallara, sin maldad,
lo esbelto de tu rodilla.


 

Soneto sin suerte


 

La cadencia del verso que te doma
se me pierde al sentirte degollada
por el filoso borde de otras ganas.
No adivina mi verso tu zozobra.

 

Aunque con mi verso alimentas ego,
mi letra padece, no logra tu entrega,
no tiene rocío, es golpe de arena,
de tu ávida boca no logra derecho.

 

¡Ah!, este verso sin alas que te sigue
con instinto depredador de amante,
no halla en tu vientre un requive

 

para sembrarlo de besos cimbreantes,
y aturdido, dolido, no sobrevive,
se pudre su rima al no tentar tu hambre. 

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