FRANK ARMANDO CLEMENTE RUIZ

marzo 12, 2024

  Frank Armando Clemente Ruiz es un Venezolano, apasionado a la lectura, que ha venido trabajando desde el aƱo Dos Mil Veintiuno en el desarrollo y exposiciĆ³n de su trabajo literario, al cual se aboca como paliativo  frente a la compleja situaciĆ³n socioeconĆ³mica que experimentan los paĆ­ses latinoamericanos y en especial su paĆ­s. Fue allĆ­, en la expresiĆ³n literaria, donde encontrĆ³ algo de sosiego. Las buenas crĆ­ticas hacia sus obras lo motivan a participar en concursos y convocatorias, logrando participaciĆ³n en importantes medios impresos y digitales en MĆ©xico, EspaƱa Argentina, Colombia, PerĆŗ y Venezuela. Logros que le mantienen muy despierta su pasiĆ³n por las letras hasta el sol de hoy. Hasta que su lĆ”piz se canse de exteriorizar sus pensamientos y sentires.



Ɖl Estaba Aquƭ Primero



Ɖl estaba aquƭ primero.

Y al cielo sus ramas alza,

pa´que se pose la Garza

que viene desde el estero.


Ɖl estaba aquƭ primero,

dƔndo oxigeno y sombra.

Dando refugio a la Alondra

cuando cae el aguacero.


Ɖl estaba aquƭ primero,

sirviƩndole de escenario

al talentoso Canario

cuando anda de trovero.


Ɖl estaba aquƭ primero,

erguido cual General.

Y permitiendo al Cardenal

dar hogar a su heredero.


Ɖl estaba aquƭ primero,

siendo refugio seguro

al mismĆ­simo Zamuro

cuando no anda de carroƱero.


Ɖl estaba aquƭ primero,

dando sus frutos de gajo,

pa´atraer al Arrendajo,

un magnifico frutero.


Ɖl estaba aquƭ primero.

Y como un acto de fe

deja cante el CristofuƩ,

cual JesĆŗs a sus Corderos.


Ɖl estaba aquƭ primero,

con su fronda cual sombrilla,

pa´que pase allĆ­ la Ardilla

saltaneando el dĆ­a entero.


Ɖl estaba aquƭ primero,

que el Hombre y su perfidia.

A quien siempre brinda una orquĆ­dea

pa´decirle a Ć©l: “Te quiero”.


Ɖl estaba aquƭ primero.

Pero al Hombre no le importa.

Pronto vendrĆ” y lo corta

pa´ convertirlo en perchero.



Mi Dama de Calle


En el pardo del otoƱo: allƭ sus ojos.

Que aun, pese a la distancia, me vigilan.

Me apresan y doblegan a su antojo.

Y allĆ­ muero, apresado en sus pupilas.

En lo negro de la noche: allĆ­ su pelo.

Que una mirĆ­ada de fragancias exhala.

Como lazo me captura en pleno vuelo.

Me llevan al suelo y corta mis alas.

En la fuerza de un tornado: allĆ­ su cintura.

Torbellino de pasiĆ³n indetenible,

que me atrapa y me arrastra a su locura,

y escapar de su espiral me es imposible.

En la furia de las olas: allĆ­ sus labios.

Donde muchos otros el fin han encontrado.

TambiƩn elijo aquel destino infausto,

y fallezco entre sus besos, ahogado.

En los dĆ©dalos de su pasiĆ³n: allĆ­ mi alma.

Muy perdido en las cuencas de sus valles.

Presa de su hechizo muere mi calma.

Mi muy siempre Bella, Dama de Calle.


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