JUAN JOSÉ HAMILTON CHAN

marzo 27, 2024


 Juan José Hamilton Chan (Chetumal, Quintana Roo. 1988). Estudió la licenciatura en Humanidades en la Universidad de Quintana Roo. Fue ganador del tercer lugar en el concurso InterCecytes en 2009, ha publicado en la revista Guía Cultural Metepec, número julio-agosto. Patrocinada por el gobierno de la ciudad de Metepec en el 2016, ha publicado en el libro Historia de los cartapacios Editado por la Universidad de Quintana Roo en 2017, de igual forma ha publicado en la antología llamada Chetumal en 100 palabras por parte de la editorial El Faro en el 2022, ha publicado también en la revista electrónica Cósmicafanzine en 2022 y 2023, además de colaborar con múltiples revistas tanto digitales como impresas como Revista Retina de gallo, Revista digital Irradiación, Revista Alas de papelRevista Collage, Revista Copihue Poetry, editorial Elipsis y revista Escafandra en 2023, además de colaborar en la antología de Terror vol. 4 de la editorial Lebrí en 2023 y en la antología de poesía Quintanarroense 2023 auspiciada por el suplemento literario Vértice.


4 POEMAS FAMILIARES


FIN DE LA INFANCIA

I

El fogón encendido
las oscuras astillas crepitando ante la lumbre
la lumbre cubriendo de hollín a las piedras.

Las honduras de mi lengua
aún me saben a esos pájaros negruzcos
incrustados en el café.

En aquel lugar que fue mi casa
mi infancia fue veloz como la vida de un fósforo.

Dolorosa,
como la resina del chechén en el alma.

El tiempo vació las tinajas y los estanques de luz
que poblaban en mis ojos.

II

Mi infancia se pobló del sonido de los grillos,
de las cigarras disonantes
tendidas en la banqueta.

Descalzo sobre jardines baldíos
donde las anonas y las guanabanas regalaban sus delicias a los aventureros,
mi infancia tomo sabor a uva marina y hierba buena.

Me supo también a mandarina,
Al tronido de la kimbomba,
a noches con olor a orquídea en el traspatio de la abuela.

Mi infancia me supo a miel y tortillas,
a los consejos de esquina que me dio mi padre,
a la lluvia torrencial sobre mi casita de madera.

Mi infancia me sabe a amor
y también me supo a piedra.


OBJETOS Y COLECCIONES


Las casas de las abuelas están llenas de cosas bellas, de ollas y trastos sin usar,
de colecciones de hileras y botones escondidos en el armario. Si uno escarba bien
con la mirada, vera los cuadros amarillentos de antiguos niños, que fueron
nuestros padres.

Pues con el paso de los años, uno va coleccionando sin querer, las edades que le
sobran. Comenzamos a guardar monumentos en el bolsillo, en las cálidas
prisiones del corazón, en memorias y canicas enterradas en el patio, esperando a
que alguien las descubra.

Sé que en algún lugar de mi vieja casa, mi madre guarda un pedazo de mi ombligo
en un frasco con formol y la silla de ruedas que usaba mi padre, cuando partió de
este mundo.


UNA ABUELA ESTA LLORANDO


Una abuela está llorando.
Se ha quemado las manos haciendo las tortillas,
que ya nadie come.

Una abuela ya no cocina,
y la leña que entibiaba las mañanas
ahora es el nido de las gallinas.

Entre los platanares se atrincheran las tuzas.

Y ahora entre las malezas del solar,
que ya nadie chapea,
las palmas crecen desmedidas.

Una abuela está llorando.
Pues ya no hay perros de compañía,
ni abuelos,
ni hijos,
ni nueras,
ni nadie.


ARBORESCENCIA FAMILIAR


Quiero tierra para plantar un árbol y verlo envejecer,
quiero que mi hijo juegue en aquel árbol
y que mi mujer se cubra del sol en los días de marzo
y que a mis nietos les digan que aquel árbol

gigantesco y frondoso
fue plantado por su abuelo.

Quiero morir mucho antes que aquel árbol

y cuando el muera

a todos les entre una tristeza inconsolable,
desvaneciendo mi último recuerdo material sobre la tierra
y al cortar sus ramas para prender el fuego,
todos lloren por aquel viejo árbol,
que en su muerte, los cobijó del frío.


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