LA ATARAXIA DE VÍCTOR JAVIER BUSTAMANTE. 1/3
enero 12, 2025Texto y Foto: César Elí García
Cargadas de misticismo y como provenientes de una realidad no ordinaria, los cuerpos escultóricos que surgen del imaginario onírico de Víctor Javier Bustamante, están cargados de un fuerte simbolismo chamánico. En busca de un constante diálogo con el mundo, a través de la materia moldeada. El hueso, la espina de pochote, la madera y el barro, son algunos de los materiales que en las manos de Víctor se transforman y toman nueva forma.
El manantial nutricio del que abreva, imaginaria y técnicamente, tiene origen en el pasado prehispánico de su terruño. Lo que lo condiciona a un acercamiento respetuoso a la materia. Es la misma técnica la que detiene la sobreexplotación de los recursos naturales, condicionando un detenimiento meditativo a la hora de planear cada pieza.
Un ser intranquilo perturbará el medio en donde se desarrolle, por el contrario, para que un ser emane imperturbabilidad, está, debe residir en sí mismo, esto presupone un ejercicio meditativo-ético, un acto transformador del alma. Nuestra postura ante el mundo, está dada desde aquello que somos, aproximarse al mundo significa exteriorizar el alma.
Víctor nos invita a meditar en el núcleo de la piedra, a cuestionarnos si tenemos el derecho de trasformar algo que ya es bello desde sí; nos advierte que si nos gana el atrevimiento, si el impulso por expresarnos es irrefrenable, esté nos permita reencontrarnos con el mundo, al reconocernos como parte de la materia misma que se trabaja.
Un grano de arena será la composición minúscula de un puño de barro, que bajo el fuego del horno se fundirá en un objeto único. Esta experiencia de que lo uno contiene lo diverso, nos recuerda el sentido comunitario, en donde el individuo se adhiere a algo más grande que él, al sentido de pertenencia a la comunidad.
Es verdad que el trabajo de Víctor Bustamante se inserta en la tradición escultórica, fundada por Roberto Ruiz, sin embargo, también es verdadero que está distante de esté. Podemos afirmar que Roberto Ruiz es el territorio de origen, pero Víctor Bustamante es un errante, que no se conforma con el dominio técnico, sino que se adelanta al dominio conceptual.
Víctor es quien nos acerca al autoconocimiento, a cuestionarnos nuestros temores, a reconocer nuestros aciertos, a buscar las preguntas trascendentes que se gestan en nuestro interior, a reconocer que cuando la razón no nos alcanza para respondernos, la imaginación es el tiento que intuitivamente nos guía por la vida, dotando a la sensibilidad de senda para conocer nuestro laberíntico interior.
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