Pablo Ricardo Silva Guadarrama

marzo 03, 2023


 Egresado de la licenciatura en Letras HispĆ”nicas por la Universidad Autónoma
Metropolitana campus Iztapalapa, titulado con la tesis Laura Méndez de Cuenca: poesía en impresos en el siglo XIX, aprobada por la maestra Alma Irene Mejía GonzÔlez en el año 2019. Estudiante de la Maestría en Apreciación y creación literaria por la IEU. Editor en Editorial Vulpes.

Libros publicados: 
Laura MĆ©ndez de Cuenca PoesĆ­a en Impresos Del Siglo XIX. 
El diario del hogar y la Revista azul (2019)
Noche lĆŗgubre (2020)
Pérez: el sueño de un piloto de fórmula 1 (2021)
Huitzilopochtli: guerra eterna (2021)

La jacaranda

                                                                                          A JesĆŗs Ɓvila


Omnisciente, maligna espĆ­a,
antena enraizada en el cielo
que capta millones de susurros
―nacidos en las chozas de magnates―,
y que cae al fondo de la tierra
para alimentar
a un dios antiguo,
guardiƔn de mutiladas pirƔmides,
Ćŗtiles como basamento
de nuevos templos de acero,
donde jóvenes ambiciosos
abren los pechos
y extraen corazones
de cófrades vagabundos,
benditos meones,
pues nada existe
sin su purificación;
antes de ellos
los objetos son inefables.
Ella vive para la dacrifilia,
y nosotros para satisfacerla,

por eso, nos da el asfalto
en erupción asesina,
los diluvios universales,
los genocidios consensuados…
Te veo extasiarte jacarandosamente,
cuando pones tu manto
pasional en tus hijas,
al son del tranco
de un aprisionado aquelarre
que fractura con cólera,
que pinta santamente
con sus demandas
la milenaria esquina
de la hermana prostituta.
Las niƱas regresan a sus
madrigueras olvidando tu
nombre y tu rostro,
con los bolsillos
llenos de ti.
Tu fragancia
las ha envejecido…
¿O serĆ” el pasar
de los empleos

por encorvarse en los
vagones del metro;
o al entender quƩ es la sabidurƭa
en los bares gay;
o al conciliar una amistad perdida
en los miles de moteles baratos;
o al mirar tu lƔgrima,
donde hay ensueƱos
germinados y la punción obliga
a transformarse
en una nueva jacaranda?



Mi carnaval




Choque el tambor vibrando la flauta en la boca
siempre aguanosa en los reflejos esfinterianos del fiemo
y, rocen las flores, los pies de la comparsa:
unos posesos ingrƔvidos, otros sacrƭlegos yertos.

De niƱos, caras felices y manos enlazadas
se alienan corruptas por sĆŗcubos tauteos
nacidos de amorosos y sencillos recreos

cuando se zarandean descreĆ­dos en yacijas asadas.

Canto, sin letra, todos mis sentimientos
albañales y pletóricos a carcajadas.

Dime, corazón inquieto,
si ya amas.

No, guano,
no lo creo.



Vitis

                                                                                 A Verónica Santiago




Oye, el agraz, un gaƱido fingido, mƔs poderoso,
de la naciente sirte,
dadora de abortados barcos hechos madejas,
debajo del iris con lengua metƔlica o pretƩrita
y alejado de la mĆ­mesis
del Ćŗnico movimiento posible de la rueda.

La baya no contuerce su pericardio en el rƭo invƔlido

por andar cojo entre nuevos y destrozados ataĆŗdes de arena
con marinos clavos de sal.
Conserva su progenie, el genuino sarmiento esperado por el labriego
sucio y cobarde, ya interfecto por migajas de piltras y tapias.

Sombra, atestigua cómo la raigambre apuntala el cascote yermo
y auspicia potencias de lo sempiterno.
Abre, aurora, el proscenio realista y captura un errado reflejo:
otro ignorante que lee «vides», confunde «vida» y estĆ” muerto.

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