LOS HIDRANTES EN SAN ANTONIO DE LA CAL.

febrero 29, 2024



Texto y Foto: César Elí García

 

Hubo un tiempo en el que el agua no llegaba a casa por medio de las tuberías, sino que, había distribuidos por la colonia tanques y llaves de donde se podía servir agua en cubetas. En esos puntos todas las mañanas coincidían señoras madrugadoras y aguadores, que llevaban por 10 pesos el viaje de dos cubetas de 19 litros. Recuerdo uno de ellos era don Daniel, un viejillo moreno, mediano y delgado. 
Era común que, por la tarde, los chicos de la colonia, nos reuniéramos, como pájaros, a beber agua del grifo, y a mojarnos la cabeza después de una tarde de fútbol en la cancha. No recuerdo que se comprara, ninguna botella o garrafón de agua purificada. Si lo hicieras te hubieran tachado de loco. El agua provenía de algunos manantiales que estaban en el cerro, al menos a 2 kilómetros de distancia.
En la década de los 70, los colonos se organizaron comunitariamente, y por medio de tequios, entubaron los manantiales desde el cerro hasta el tanque principal, que se llenaba por gravedad. De este tanque principal, salían distintas tuberías, que se distribuían en tanques menores, o llaves individuales, en puntos estratégicos. 
Es verdad que en época de estiaje, el agua mermaba, pero no recuerdo haber abierto la llave y encontrarla seca. En esos días la prioridad era el sediento caminante, al grado tal que, si alguien estaba llenando su cubeta, la quitaba para que bebieras, una vez que estabas satisfecho, la volvía a colocar en el chorro. En el verano, el agua se derramaba, era tanta que la calle permanecía húmeda toda la temporada, haciendo crecer epazote, manzanilla y otras semillas de origen incierto. 
Cuando llegaba el día de la samaritana, los vecinos se reunían para regalar aguas en la llave de la que se servían. Un acto de gratitud por el agua consumida durante el año y un acto de petición para que el agua no faltara, detrás de esta tradición existe oculto un rastro ritual. 

Fue a finales de los 90, cuando cansados por el lodo de las calles, la colonia comenzó a ser pavimentada, lo que supuso dos cosas: una, la implementación de la red de drenaje y dos, la de agua potable. En unos años la colonia contaba con agua, drenaje y pavimento, amén de la urbanización. Los garrafones de agua purificada, se hicieron populares en las tiendas y los vecinos comenzaron a ir cada vez menos a los hidrantes. Nadie notó el día en que don Daniel desapareció, ni el día en que cerraron el tanque principal, nadie tiene anotado el momento en que dejó de caer agua al abrir las llaves. De lo que sí estoy seguro es que preferiría tener los zapatos con lodo, a la garganta seca.



Fachada del tanque principal, Calle Miguel Hidalgo. Colonia La Experimental 



El único tanque secundario que sobrevive, había otros dos, uno detrás de la agencia, el cual fue demolido en el 2011, mientras remodelaban las canchas deportivas. El otro estaba en un predio que antes sirvió de mercado, también demolido.  


 

vista exterior del manantial principal que alimentaba a los hidrantes 



Vista interior del manantial, se puede observar que el nivel del agua ha disminuido, al grado tal de que permanece prácticamente seco.



Fotografía tomada en septiembre del 2012, el agua que escurre es aquella que se derramaba del manantial. (Paraje La Cortina)  



Este es el mismo ducto que se ve en la foto anterior, hoy está en la sequedad total. 



Hidrante de la colonia La Loma,  


Letrero que convoca a un tequio para el 11 de febrero, si el tequio se llevó a cabo, este fue infructuoso, pues abrimos la llave y estaba seca. 

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