Con prólogo de Héctor Carreto, autor recientemente fallecido, Quien define a “Aguaceros de paso” como; “Poesía que suena a despedida, se siente una gran tristeza, como de ángel caído, como de la nostalgia por la pérdida de un Paraíso del que ya no se acuerda. Poesía que está hermanada con la de Rubén Bonifaz Nuño de Fuego de pobres y de los demonios y los días, y también con la poesía crepuscular y desencantada de Alí Chumacero, poetas en quienes vemos transitar a ese “ángel vagabundo que no tiene morada”.

Aunque el secretario de cultura, Víctor Cata, estaba invitado a la presentación, una disculpa fue suficiente para el público; sin embargo, Omar Fabián, pidió a las instituciones culturales gratitud para Julio Ramírez, quien atraviesa una etapa de salud delicada. 

Tanto Enna Osorio como Araceli Mansilla, reconocieron la labor de Julio como docente y promotor de la poesía en el estado. 

“Aguaceros de paso” ya puede encontrarse en las principales librerías de la ciudad, como “El burrito librería” ubicada en Aldama 315, Barrio de Jalatláco, y “La Jícara” en C. Porfirio Díaz 1105, col. Luis Jiménez Figueroa. Así como en la Proveedora escolar. 

Dos poemas de Aguaceros de paso.

Debajo de la piel 

un saltamontes nos conserva la infancia.

(La cordura 

es un carro de cuerda descompuesto)

Debajo de la piel, 

vasija inmensa, 

chasquidos de agua 

en lenguas de pájaros sedientos, 

enconado combate de espejos y de alas, 

gajos de pan, 

mordedura angustiosa, 

túnel abierto, 

tala de leñadores 

que utilizan como hacha la mirada.

(La razón se pasea 

con la nariz pintada 

vestida de comparsa)

Debajo de la piel, 

bolsa de viaje, 

un cargamento de cosas desgastadas: 

recuerdos mutilados, 

16 la muerte a plazos, 

el día.

Debajo de la piel 

cae de pie la pregunta 

que nos renueva cada día la cáscara. 

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Alabado sea el nombre 

 del crepúsculo: 

la noche se me viene 

pegada a los talones.