PATRICIA VERÓNICA PALLERO
marzo 21, 2024 PATRICIA VERÓNICA PALLERO, (1974, Buenos Aires Argentina) Escritora de cuentos históricos, infantiles, obras teatrales, guiones cinematográficos, poemas, relatos y canciones.
La literatura oral desempeña un papel preponderante en sus obras.
Sus cuentos se difunden en varios países en formato impreso y audiolibros.
Ha participado en encuentros de escritores, Ferias de libros, programas radiales, televisivos, revistas y diarios nacionales e internacionales.
Ha sido jurado en eventos artísticos, literarios y cinematográficos.
Es especialista en Educación, Comunicación y Tecnología, Profesora en Ciencias del Lenguaje, Comunicación y Literatura, Técnica en Periodismo, Profesora en Ciencias Sociales y Directora y guionista de cine independiente.
Entre sus libros más destacados se encuentran Cuentos que Viajan, La historia Argentina en Cuentos, Alma de Pueblo y Saladillo Cuenta.
Sus obras se muestran en numerosas antologías.
Alzar la voz
Amanecer sin alas,
voces apagadas
emociones ahogadas,
deseos escondidos,
labios mordidos
de tanto callar.
Trama patriarcal,
siglos de opresión.
Se escuchan pasos que
claman justicia y
con el ímpetu de la niebla
que intenta romper el día
puja la lucha para renacer,
abrir puertas.
Alzar la voz por las
que no pudieron.
Ser todas ellas
con la pluma.
Sonar fuerte
hasta que ser mujer
no duela.
Empoderada
La hirieron con palabras,
la cortaron con mentiras,
la aturdieron con gritos,
la inmovilizaron con celosas furias,
la aplastaron con ultrajes.
El miedo la consumió,
se volvió pequeña, ínfima,
silenciosa, temeraria, tenue.
Una noche, llena de tempestad,
escapó, deambuló sombría,
desolada, solitaria, triste.
El viento barrió sus lágrimas
con su tibio aliento.
Ella escuchó su corazón
latiendo amaneceres.
Sin ataduras, se sintió liviana,
leve, volátil, etérea.
Serena, abrazada de esperanza,
cerró con coraje sus heridas.
Supo que el amor no tiene dueño.
El crepúsculo la descubrió,
alada, libre, empoderada.
Se alejó
El fuego de un amor encendido
aquel oleaje de rumores apagó.
La ilusión subyugó la razón.
El corazón agonizante
creyó por un instante
en promesas repetidas.
La quería aún en los abismos,
pero la traición lo alejó.
Sin aliento y con un nudo
en la garganta le dijo adiós.
Quédate a mi lado
Sus ojos llenos de agua
devoraban el horizonte.
El sol tocaba su fin.
Sus ojos llenos de sombra
miraban la luna ausente.
¡Cómo no buscarlo, si
sus brazos abrazaban
hasta el alma!
El viento esparcía la súplica:
¡Quédate a mi lado,
no te escapes con la noche!
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