El valle Ocotlán es un territorio rico en cultura, prueba de ello, es la gran cantidad de artesanos y artistas, que han sido reconocidos, incluso a nivel internacional. En este territorio se practican infinidad de oficios; cuchillería, cerámica, bordados, talabartería, cestería. Es prudente resaltar, que estos trabajos son ejecutados dentro de un taller familiar, lo que da como resultado que los infantes conozcan los procesos de elaboración desde edad temprana, familiarizándose tanto con la técnica como con el material a transformar.

El arte plástico, se compone de un concepto o discurso y de una técnica precisa. Es decir, uno plantea aquello que se expresa y lo otro el medio para expresarlo. De esta dualidad surge el arte, dando como resultado la identidad de un pueblo, pues es el artista quien explora sus orígenes étnico-culturales y con ello el de toda una comunidad. Esto conduce al espectador a auto reconocerse en el mismo artista. Lo anterior lo podemos constatar en las obras del artista, Ocoteco, Rodolfo Morales, quien recurre a elementos cotidianos del valle para crear una estética que nos habla mucho de la identidad de este pueblo zapoteco.

Cada época demanda a sus propios artistas, pues cada época genera inquietudes precisas, la historia del arte, es una lectura de la historia de la humanidad. La generación de oaxaqueños que nació a lo largo de la última década del siglo XX ha podido presenciar los cambios vertiginosos, que ha traído consigo la modernidad. Hemos sido testigos del desplazamiento de un estilo de vida apegado a la agricultura, y los quehaceres artesanales, y de la intromisión de los milagros tecnológicos y digitales. Es natural que nuestra generación se haga preguntas, e intente explicarse los nuevos modos de vida, el olvido de ciertas costumbres, incluso el cambio del paisaje rural. El arte es un vehículo por medio del cual se pregunta y en ocasiones también se responde.

La gama de posibilidades, que se desprenden de las innovaciones de la modernidad, da como resultado una gama infinita de discursos ante la vida, cuando estos discursos se encuentran nos pueden parecer que estamos ante Incongruencias, dándonos la impresión de que, carecen de correspondencia o relación lógica. Sin embargo, hay que estar conscientes que, cada artista desarrolla un estilo personal, un discurso específico, una estética que lo individualiza y lo hace distinguirse, por ello no es de alarmarse respecto a la gran variedad de propuestas estéticas. Ni se contradicen, ni se confrontan, solo son la muestra de la gran cantidad de inquietudes, que perturban a los artistas, pese a compartir un tiempo y un lugar determinado. Cada ojo se concentra en un punto, en donde cree encontrar la respuesta a su pregunta. Esta variedad habla de la gran diversidad de posibilidades, que nos da el arte, sirven de puentes comunicantes, propiciatorios del diálogo, y por ende de ruptura ante el individualismo, comprobando que la convivencia de diferentes discursos es posible e indispensable. Si el circulo y la esfera, se forman, el primero de una sola línea y el segundo de una sola superficie, en Incongruencias se muestra lo poliédrico que puede llegar a ser un pueblo, con infinitas caras y aristas.