SATRIANI DURÁN VÁZQUEZ

marzo 01, 2024


Satriani Durán Vázquez (Guadalajara, 1995) estudió la Licenciatura en Derecho y la Licenciatura en Filosofía. Es autor de Sin Razón de Ser y Sin Nada Que Perder (2015), Cuentos, Mentiras y Poesías (2016), Morirse en México (2017), De Calles, Casas, Bares y Moteles (2019) e Hijos de su Puta Madre (2022); además de haber colaborado para distintos medios electrónicos e impresos en México, Guatemala, Argentina, Perú, Colombia y España, así como presentado su trabajo escrito en todo el territorio nacional, además de Centro y Sudamérica. No ha ganado ni piensa ganar premios de concursos literarios arreglados, fraudulentos o amañados.



El REGRESO DE NOCHE


Delirio de luz y sombras:

Corren caminando 

los espectros de las horas,

llevados de sus manos y 

la noche con su gélida caricia;

arrostrados a la noche de los cables, 

pendoneando en la premura de sus miedos,

de su sombra itera pasos,

de su sombra itera lastres.

No quieren encontrarse con él 

en otro fuego, y unas balas,

con una hoja de rebanadas...

y luego luego, ¡y luego nada!

Ni eso ni la umbría de las ramas

que los postes de la luz opaca

sobre la tierra revelan garras.

Ni el fulgor del neón 

ni el rugir del motor.

Calle boca de lobo, zarpas que rugen,

que braman, que mienten.

Oteo de vuelta, hacia ambos lados.

No quiero llegar,

tampoco tornar...

¡Buenas noches!, apura el paso

y replica el viento, así, llorando.


Y abre puerta, espera tanto...

Para entrar a salvo

en otra oscuridad.


HOY


Hoy la tele escupe muertos.

Doce o trece bien envueltos,

listos pa'la venta en horario estelar.


Erradicados radicales 

van rayando de odio

nuestro escudo: el ave carroñera.


Somos todos pobres,

taloniando por comida

con el ánimo del día.


Uno más, uno menos.

¿Qué más da? ¿A quién le importa?

Nos hacemos viejos...


Y yo no quiero jubilarme,

no me quiero ir a guardar

por la Patria miserable

que de hambre ha de matar.


A LA BOLSA QUE ME HALLÉ EN LA CALLE QUE PATEÓ MI PAPÁ


Bolsa negra, negra es la pena 

que embarga a los muertos

que viven, sin embargo

hacinados en tormentos.


Errante vas volando eterna

por los cielos y las calles

condenados de esta tierra

sin parar, sin descansar...


¿A dónde vas, bolsita?

Te arrastras y me tientas

a patearte al aire, al camino

que se tuerce conmigo.


¿A dónde vas, bolsita?

Te quedas quieta y te deformas

al compás del sol.

Quieres volar como las hojas

y vienes a mi cuando nadie

te desea, para rodar después. 


En tu vacío deforme,

emplasticado negro,

cabe el alma que no llevo:

con un destino incierto 

igual que tu camino,

que se fue arrastrando como tú...



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